sábado, 30 de octubre de 2010

Noche y niebla

de Alain Resnais (1995)

El travelling que utiliza Resnais para recorrer el lugar se aproxima al flujo del pensamiento humano cuando recordamos. Así se asocia nuestra mirada con nuestro pensamiento, y este pensamiento se convierte en un recuerdo también para nosotros, pasando de ser un simple espectador a un testigo. Permite que los espectadores experimenten subjetivamente el horror de los campos como si fuera un recuerdo. Nos hace reflexionar a través de la imagen.
Resnais nos acerca un abismo, un abismo que nos muestra hasta donde pueden llegar las acciones del ser humano.


Las perpectiva de un gran número de letrinas y literas, ayuda a establecer un terror masivo, al no individualizar añade más angustia. También los libros con nombres, el tachado en rojo significaban los muertos. Los nombres, que nos dicen, eres uno más.

Estos objetos tienen tanta fuerza, por ser tan comunes, por ser de un humano y porque el hecho de conservarlo en las condiciones más extremas donde un poder tiránico pretende aquilar su cuerpo y todo lo que es él, y él, sin embargo, sigue conservándolo, como esperanza. Como prueba de que pueden aniquilar tu cuerpo pero no un espacio, inalcanzable para el poder tiránico, el espacio interior.
Este tiempo ha sido retratado infinidad de veces, en películas, relatos, libros, imágenes. Muchas de ellas no buscan lo que Resnais encontró y mostró. Incluso muchas de ellas, nos alejan,  nos separan como si fuera un relato mitológico. Resnais recupera la conexión humana que nos une a todos, la semilla irreductible que se convierte en esperanza y que está en estos objetos.





Aquí las barreras de salida, las paredes, las rejas, los techos, me dieron la sensación de no poder escapar, junto con el recorrido guiado que te hace observar, que te reta. En esta secuencia, con la que inicia, vemos el cielo azul y un campo abierto que nos produce una sensación de libertad. La cámara baja hasta encontrarse con una reja de púas en primer plano. No hay salida. Es la reja contra la que se lanzaban los desesperados.

A unos metros del campo de concentración, la gente vivía como si nada pasara, mientras sucedían los horrores a un lado. Y nosotros lo sabemos mientras observamos a las familias de los militares jugando ajedrez. Así Resnais nos muestra aquello que es visible, y  aquello que no es visible pero que es sugerido. Como la relación de estas tres imágenes, la imagen que creamos en la mente de ello es aún mas atroz que si fuera mostrado.
 


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