martes, 14 de septiembre de 2010

Sans Soleil

de Chris Marker, 1982

Las lecturas de Sans Soleil pueden ser muchas, es más compleja de lo que parece a la primera impresión. Chris Marker deja al espectador la tarea de asociar los subtextos que se dan en el interior de las palabras y que están contenidos en las imágenes. Como dice André Bazin, las imágenes son las que remiten a lo que se dice pero sin aludir al contenido de las mismas.
Las distintas interpretaciones que se les da dependen de cada experiencia del espectador. Aunque unas, al parecer, resultan ser muy claras. Por ejemplo: En el mundo de apariencias en el que vivimos, inundados en imágenes a donde miramos. Chris Marker nos hace cuestionarnos del origen de las mismas y de su veracidad. Cuando comenzó el uso de la cámara fotográfica se decía que, no había nada mas verdadero que lo podemos ver con nuestros propios ojos. Lo que nos dice Chris Marker es que no todo lo que vemos lo debemos de dar por verdadero. Tres imágenes descompuestas una tras de otra (gato, incienso, japoneses) es un truco de Chris Marker que nosotros creeríamos como un ritual japonés.  Suele pasar que nos presentan hechos que creemos como ciertos y de donde sacamos conclusiones erróneas. Juntar hechos visuales lleva a veces a falsedades. Chris Marker espera que observemos su discurso como alguien que observa a través de una pecera. 


En esté rol de ciudadano, en la sociedad que nos ha impuesto un modelo de vida, la utilización de la palabra “prefabricado”  tan común en la sociedad de consumo que nos refleja Chris Marker trae a nosotros la idea de recuerdo o experiencia prefabricada. Prefabricada porque no sabemos identificar un recuerdo real de una ilusión. La experiencia viene programada, incrustada para que nosotros deseemos ese modelo de vida y sigamos el modelo de conducta en virtud del funcionamiento del aparato de la sociedad capitalista.

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