de Jean Rouch (1971)
Con el único propósito de preservar los tambores que dejarán de oírse para siempre. La cámara era presente e invisible y se sumergía en la realidad, como él dice, sumergiéndonos a nosotros en aquella realidad que por ser un testimonio filmado va a permanecer presente aunque termine. Ahí la importancia de la antropología visual. Debemos conocer las culturas como son y no transfórmalas en reflejos de nosotros mismos, como decía Rouch. Sus documentos detienen la perdida y olvido de culturas que se han ido transformando o que han ido muriendo. En este documental la cámara me parece sobre todo participativa, como un espectador cercano.
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